Este blog sólo tiene un destino: tú.
Y varios deseos.
El primero de ellos es compartir un puñado de canciones, de historias vividas por personas afines a mí, o por mi mismo. Retazos de tiempo que impregnaron pañuelos de papel que ahora vuelan libres entre brisas de melodías.
El segundo deseo, sin duda, intentar driblar al olvido. ¡Ah!, el ansia de la imposible eternidad, de persistir en el existir, de sonreír a la luz para dibujar de color la negrura del destino.
Espero, poco a poco, suavemente, compartir esta emoción por la vida, sentir como te llena el amor que puse, pusimos, en estos pequeños hijos de la ilusión.
A cada melodía le acompañará el cuento del cuento. Las canciones no deben explicarse, ya lo sé. Sin explicar, son obras universales, cada ser las hace suyas y las interpreta a su modo, las amolda a su propia historia. Pero, aunque a veces evidentes, considero de ley presentarlas con nombre propio, con su verdad y circunstancia. Creo que se lo merecen. Poco hay inventado. Estas hijas lixivian dolor, alegría, amor y odio, esperanza y derrota. Y, una vez conocidos sus orígenes, seguro que encuentran raíces comunes en ti. Y quizá florezcan en tus ramas, en tu ser. Nada me haría más feliz, y ¡más inmortal!
Y, si te apetece, agradecería tus comentarios.
Gracias por estar ahí.
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